La víctima fue privada de su libertad por participar en las protestas del 12 de Julio que tuvieron lugar en la Güinera. Recibió amenazas de ser fusilado en 100 y Aldabó, de ser condenado a cadena perpetua y con no poder volver a ver a su hija. Fue sometido a interrogatorios que se realizaban a cualquier hora del día, incluso en la madrugada, lo cual conllevó a que perdiera la noción del tiempo. El objetivo era hacerlo confesar vínculos inexistentes con terroritas del exilio e incluso lo acusaban de ser la cabacellila de la rebelión; y, en El Combinado del Este, fue encerrado con los presos más peligrosos. La petición fiscal fue de 25 años de cárcel por un supuesto delito de sedición, fue condenado a 26 años de privación de libertad y fue trasladado al régimen de máxima severidad por dos años.
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GPLA/74