El 22 de febrero, el abogado José Ernesto Morales Estrada, defensor de los derechos humanos en Cuba, fue detenido arbitrariamente por dos oficiales de la Policía Nacional Revolucionaria. José Ernesto recibió una multa por estacionar su motocicleta frente a una carnicería. Al preguntar por la razón, alegaron que estaba mal parqueada y que debía acompañarlos a la estación de policía para acusarlo de desacato. Fue llevado esposado por la calle principal de Pinar del Río donde el defensor es muy conocido. En la estación de la policía estuvo detenido por una hora, hasta que llegó otro policía que le dijo que si volvía a pasar con su motocicleta por la calle Real lo iban a arrestar. José Ernesto opina que esa detención fue injusta, pues en el lugar había otras motos y varios autos que ninguno fue requerido. Además, cree que esta multa forma parte de una estrategia de acoso de la Seguridad del Estado buscando una excusa para castigarle por sus labores como defensor de derechos humanos.
El 23 de febrero, un hombre vestido de policía, sin identificación, llegó a su casa y le dijo que sabía que iba a viajar al extranjero, que el viaje no iba a ser posible porque tenía una multa. José Ernesto fue inmediatamente a pagar la multa.
El 24 de febrero, José Ernesto fue detenido por la policía cuando llegaba al Aeropuerto Internacional José Martí para abordar un vuelo hacia Bogotá. Fue interceptado por dos agentes vestidos de civil, que sin identificarse le dijeron que necesitaban hablar con él cinco minutos y lo ""invitaron” a montarse en un automóvil. Fue retenido en el vehículo por dos horas, durante ese periodo le dijeron que no hablara y tampoco le dirigieron la palabra, tampoco contestaron al preguntar por las razones de la detención. Lo liberaron una vez se había marchado el vuelo.
El 25 de febrero, el defensor de derechos humanos, intentando contrarrestar el acoso y la intimidación del día anterior, volvió al aeropuerto José Martí de La Habana, para intentar abordar otro vuelo con destino a Bogotá. Ya en la fila y en su turno para hacer el registro (check in), fue abordado por dos oficiales de Migración, uno con una identificación de supervisor, que le dijeron que estaba “regulado” y que no podría viajar. Al preguntar las razones, le dijeron que no sabían. A lo que el defensor les dijo, que el 20 de febrero él mismo había ido a la Oficina de Migración en Pinar del Río, a prorrogar su pasaporte, donde se aseguró de no tener ninguna restricción de salida y de que no estaba regulado. Al plantear esa información a las autoridades aeroportuarias, se limitaron a decirle que intentase viajar de nuevo en uno o dos meses, pero que por el momento estaba regulado.
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